Gestionar de forma adecuada la llegada de un bebé a las familias con perros suele generar bastantes dudas y consultas. Es importante tener en cuenta que la nueva situación puede ser vivida de manera desagradable por el perro si no se llevan a cabo una serie de recomendaciones para prevenir la aparición de problemas.
Antes de seguir me gustaría dejar claro que si el perro ha presentado en algún momento problemas de agresión hacia niños o personas o es un perro que presenta habitualmente conductas de predación hacia pájaros, gatos, etc. debemos considerar seriamente hablar con un especialista del comportamiento canino para supervisar la llegada y plantear pautas adecuadas. La mayoría de agresiones a niños se basan en conductas de predación por lo que, aunque no tiene por qué suceder, siempre que creamos que esa conducta de predación es exagerada es mejor prevenir y contar con los consejos de un especialista.
La regla general para fomentar una relación saludable entre el perro y el bebé es simple: tenemos que intentar que el perro no asocie al bebé con un empeoramiento en la calidad de vida: en la atención que se le dedica, el tiempo de los paseos, en el modo de relación.
Para conseguirlo deberemos invertir los términos: en la medida de lo posible, la presencia del bebé tiene que significar para el perro algo positivo, una situación mejor.
¿Qué podemos hacer?
1 . Antes de que llevemos a casa al bebé por primera vez:
Si prevemos que la llegada del bebé a casa va a cambiar nuestras rutinas de paseo, de alimentación, de atención con el perro (y con la llegada de un bebé esa previsión es obligada), deberemos intentar empezar a adaptarnos a esas nuevas normas de convivencia un tiempo antes para que se acostumbre y no lo asocie de forma negativa al bebé.
En este sentido, hay que tener en cuenta todo aquello que puede cambiar para el perro con la llegada del bebé y cambiarlo antes: sus sitios de descanso, su zona de juego, etc.
Unos días antes de la llegada del bebé hay que reducir la atención y el cariño que recibe. Debe ser suficiente para que el perro perciba esa disminución de la atención para que surta efecto. De esta forma lo que pretendemos es generar un estado de carencia que se terminará cuando aparezca el bebé y se vuelva a dar cariño. Queremos que el perro asocie la llegada del bebé con algo positvo: aumento de la atención y del cariño.
Por último, cuando el bebé haya nacido, y en la medida de lo posible, se debe intentar llevar ropita con olor del bebé y dejarlo en sus zonas de descanso para que vayan acostumbrando su olfato antes de la llegada.
2 . Después de la llegada del bebé:
Lo normal es que el perro sienta una curiosidad saludable al principio. En este sentido es recomendable que el perro haga la primera inspección del bebé de forma tranquila. En este punto es muy importante no mantener al bebé en alto. Por el contario hay que acercarlo para que lo pueda inspeccionar de forma tranquila. Si es un perro especialmente nervioso conviene que haga bastante ejercicio y hacer esa presentación con el perro cansado. También como medida preventiva, llevar al perro atado con correa para controlarle. En esta situación hay que tener en cuenta que el niño puede empezar a llorar porque el perro acerque mucho la nariz, o por el motivo que sea. Es muy importante no regañar al perro.
Como hemos dicho, lo esencial es que el perro asocie la presencia del bebé a consecuencias positivas. “Cuando está el bebé delante me dan mucho cariño y atención, me dan comida, juegan conmigo…etc.”
Cuando el bebé esté descansando en la cuna, debemos volver a reducir la atención y el afecto. Cuando vuelva el bebé a estar presente, al perro se le saca de la habitación y se le da afecto, juego, cariño. La regla sigue siendo: con la presencia del bebé tu situación mejora por lo que el bebé es algo bueno. Tampoco hay que hacerlo de forma exagerada porque queremos incluirlo en la rutina diaria de forma natural para después ir rebajando la intensidad.
Cuando el bebé esté presente no castigar o enfadarse con el perro. Sí se le puede guiar para enseñarle cómo debe acercarse, pero sin que suponga un castigo.
Por supuesto, nunca se debe dejar al perro sólo con el bebé sin supervisión. Esto debe ser así durante algunos años ya que los niños a veces no se saben relacionar adecuadamente y pueden provocar agresiones.
Cuando lleguen familiares o amigos a casa es importante advertirles de que antes de ver al bebé deberán hacer caso al perro e incluso darle comida. También se puede invitar a los amigos y familiares a darle comida mientras tienen al bebé en brazos.
Como habréis podido comprobar, son consejos muy sencillos de llevar a cabo. Estas recomendaciones están dirigidas a garantizar una convivencia saludable entre todos por lo que merece la pena esforzarse al principio. Debemos entender que la llegada de un nuevo miembro a la familia suele cambiar mucho el modo y el tiempo de relación con vuestra mascota, y que ésta lo acusa y puede llegar a sentirse desplazada. Hay que intentar que ese cambio no se asocie de forma negativa a la llegada del bebé. Sin duda, cada caso es único y dependerá del carácter de cada perro por lo tanto, serán los dueños los que deberán organizarse y decidir los cambios más relevantes para cada situación.
¡¡¡Mucha suerte y enhorabuena!!!!
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Ana Jiménez Fernández
Licenciada en Psicología y Adiestradora Canina
Buenas. Nosotros tenemos dos perros, un labrador y un sharpei, y acabamos de tener un bebé, e instintivamente hicimos lo que recomienda el artículo.
Un par de meses antes de que naciera, ya no les permitíamos acceder a nuestra habitación, pues es donde iba a dormir el bebé los primeros meses. Lo comprendieron tan perfectamente, que ya casi ni siquiera suben al piso de arriba, que es donde están las habitaciones, y por supuesto, no lo relacionan con la llegada del bebé, pues este vino mucho después.
Para que se vea la diferencia, a la que va a ser futura habitación del bebé sí les dejábamos entrar antes, y luego ya no, cuando nació el bebé, y resultó que los primeros días el sharpei orinaba todos los días en las cortinas de esa habitación en cuanto podía entrar (cuando nunca ha hecho nada dentro de casa). Ahora les dejamos entrar también, y ya ha perdido el interés (o puede que ya se hayan acostumbrado al olor del bebé) y ya no se orina en las cortinas (vamos, es que ya casi ni entra).
Otra cosa que hacemos es cuando ponemos el bebé en su hamaca o en el cuco, se lo ponemos a una altura que ellos lo puedan ver y oler (siempre controlándoles). Con esto conseguimos no solo que se acostumbren a su presencia (de hecho ahora son como sus perros guardianes, se ponen uno a cada lado acostados), si no que evitamos que al ponerlo en alto ellos lo puedan tirar al sentir curiosidad y asomarse para verlo.
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