La rabia es una enfermedad infecciosa grave causada por un virus de la familia de los Rhabdoviridae que puede afectar a todos los mamíferos, incluido el humano. La rabia es una de las enfermedades más antiguas de la humanidad; su conocimiento se remonta aproximadamente 4 mil años A.C. aunque no fue hasta 1880 que Louis Pasteur identificó el virus como causante de la enfermedad e inició los estudios para desarrollar una vacuna.
La Organización Mundial de la Salud advierte que cada año mueren de rabia más de 55.000 personas en todo el mundo y que en el 99 % de los casos el perro está en el origen de la infección.
¿Cómo se transmite?
Todos los mamíferos pueden contraer la rabia si bien los murciélagos son portadores de la enfermedad pero no desarrollan los síntomas. Los vectores de transmisión más comunes son perros y gatos en zonas urbanas o rurales y murciélagos en zonas silvestres.
El virus de la rabia se transmite principalmente a través de la saliva por lo que un animal sano se infecta cuando es mordido por otro animal infectado. También sucede, aunque con menos frecuencia, que se transmita a través de las mucosas (ojos, nariz…).
¿Cuáles son los síntomas?
La velocidad con la que se manifiestan los síntomas de la rabia depende de las características biológicas de la cepa del virus que infecta, de la concentración de receptores para el virus en las células nerviosas del músculo esquelético, de la especie a la que afecta… A medida que el virus se propaga por el sistema nervioso central se produce una inflamación progresiva del cerebro y la médula espinal que acaba produciendo la muerte. Una vez que el virus alcanza el Sistema Nervioso Central la infección adquiere el carácter de irreversible, conduciendo invariablemente a la muerte al individuo que la padece.
Hay 4 fases descritas en el desarrollo de la enfermedad:
- Fase de incubación: esta fase es asintomática y suele durar entre 1 y 3 semanas normalmente si bien se han observado casos donde los síntomas pueden tardar en aparecer hasta un año.
- Fase prodrómica: empieza a mostrar síntomas. En esta fase inicial, los síntomas pueden confundirse con una simple gripe: fiebre, dolor de cabeza, malestar general, mialgias (dolores musculares), fatiga, anorexia (disminución del apetito), nauseas y vómitos.
- Fase de encefalitis aguda: tiene un curso breve y relativamente grave; se caracteriza por confusión, agresividad, espasmos musculares, hipersensibilidad a estímulos visuales y auditivos, convulsiones y parálisis.
- Fase de disfunción del tallo cerebral: se caracteriza por parálisis facial, disfagia y sialorrea, que forman el característico cuadro de espuma en la boca. Otros síntomas son la hidrofobia (contracción dolorosa y violenta del diafragma desencadenada al deglutir líquidos), y el coma.
Tipos de rabia
La enfermedad puede adoptar dos formas diferenciadas:
- La rabia furiosa: se caracteriza por la irritabilidad del animal y por la hipersensibilidad a estímulos visuales y auditivos. En esta fase el perro parece estar activo mucho tiempo. Con el progreso de la enfermedad se muestran desorientados y llegan a tener convulsiones. La muerte se produce a los pocos días por paro cardiorrespiratorio.
- La rabia paralítica: tiene un curso menos dramático y generalmente más prolongado que la forma furiosa. Los músculos se van paralizando gradualmente, empezando por los más cercanos a la mordedura o arañazo. El perro va entrando en coma lentamente y acaba por fallecer.
Prevención y tratamiento
No existe tratamiento para la rabia una vez se han empezado a desarrollar los síntomas. El único método eficaz para prevenir la infección es vacunar al perro cuando éste es todavía cachorro. Se deben hacer revacunaciones periódicas cuyos intervalos dependerán de la vacuna utilizada y de la incidencia de la enfermedad en la zona.
¿Es obligatorio vacunar?
El veterinario te informará sobre la obligatoriedad de la vacuna y los tiempos de revacunación según la zona en la que vivas.
En España las competencias en este tema se encuentran transferidas a las comunidades autónomas, de forma que son éstas las que deciden la obligatoriedad o no de la vacunación contra la rabia.
A pesar de que se considera una enfermedad erradicada en España, la vacuna continua siendo obligatoria por el peligro que supone el tráfico de animales domésticos procedentes de países donde todavía existe rabia.
Diagnóstico
No hay pruebas para diagnosticar la rabia antes de la aparición de las manifestaciones clínicas (síntomas característicos).
La única forma para diagnosticar clínicamente la rabia es examinar los tejidos cerebrales después de la muerte del animal. A través de una prueba de tinción directa de anticuerpos fluorescentes donde se buscan antígenos virales de la rabia se puede determinar si el animal está o no infectado.
¿Qué hacer ante una mordedura?
Toda persona que es mordida por un perro u otro animal infectado debe lavar bien la herida con abundante agua y jabón antiséptico, y dirigirse inmediatamente a un centro de salud. Al no haber cura cuando se expresan los síntomas, es muy importante actuar rápidamente cuando la persona ha sido expuesta a un animal infectado. Será necesario que un médico le realice una limpieza minuciosa de la herida. Si hay algún riesgo de rabia, le aplicarán una serie de vacunas preventivas que resultan ser eficaces en los primeros estadios de la enfermedad, cuando todavía no se han mostrado lo síntomas.
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