Cómo jugar con la pelota

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Jugar con nuestro perro a la pelota

Casi todos los dueños juegan con su perro a tirarles una pelota, un palo o similar. Lo primero que hay que saber es que hay perros a los que no les divierte ese tipo de juegos ya que se basan en la secuencia de caza y algunos perros no la desarrollan. Para el resto, la gran mayoría, este juego es una forma excepcional para que hagan ejercicio físico y gasten energía residual.

Para practicar cualquier juego con nuestra mascota tenemos que tener claro que debemos fijar previamente una serie de normas. De esta forma, a través del seguimiento de reglas conseguimos que el juego nos sirva, además de para realizar ejercicio físico, como una forma de establecer una relación de subordinación saludable con él. ¿Qué quiere decir esto? Que a través del juego el perro aprende a obedecer, a autocontrolarse y a relacionarse con su dueño de una forma correcta. Y todo esto mientras se divierte. ¿Hay una forma mejor de conseguirlo? Nosotros creemos que no.

Lo más importante en cualquier actividad que realicemos con nuestro perro es que el peso de la actividad, lo que le va a dar un signo positivo o negativo sea la calidad de nuestra relación con él. A través de la pelota el perro se tiene que divertir, pero no sólo con la pelota, se tiene que divertir con nosotros, y nosotros con él. La actividad sin nosotros tiene que ser un rollo. Si el perro coge la pelota y se aleja y le resulta indiferente seguir jugando con nosotros algo hemos hecho mal a la hora de presentarle el juego. Ojo que no estamos diciendo que si el perro hace eso no quiera a su dueño, lo que decimos es que en esos casos el juego ha perdido su poder educacional y su capacidad para establecer un vínculo afectivo.

Normas básicas:

Nunca debemos quitarle la pelota a la fuerza ya que eso generaría disputa con el perro y lo que queremos es justo lo contrario, que el perro entregue la pelota de forma voluntaria. Para conseguirlo deberemos enseñarle a que sólo se le tira la pelota cuando la trae y la suelta a nuestra orden. Para enseñarle podemos utilizar una correa larga y ayudarle un poco de forma suave al principio acompañando la orden de “aquí”.

Para enseñarle a soltar la pelota debemos decir el comando “suelta” y molestarle con el dedo en la lengua. Cuando la suelte le premiamos continuando el juego con él. Cuidado con las formas de pedirlo, recuerda que estamos aprendiendo a jugar.

No debemos excedernos en el juego con la pelota, sólo dos o tres veces al día y no mucho tiempo. Hay que adecuarse a las capacidades físicas de nuestro perro y no exigirle más de lo que puede ser recomendable para su raza, edad o tamaño. Recuerdo que es una forma de hacer ejercicio saludable.

Para que el perro no adquiera una obsesión con la pelota es muy sencillo: nosotros decidimos cuando termina y lo asociamos a un comando, por ejemplo, “se acabo”, guardamos la pelota y no se la tiramos más por ese paseo. Sólo de esta forma conseguiremos que el perro se olvide de la pelota y vuelva a concentrase en el paseo.

Para conseguir este último punto es importante que el “juguete” que persiga se lo ofrezcamos nosotros. Si el perro se acostumbra a perseguir palos o piedras será más difícil establecer el final de la actividad ya que el perro seguramente nos invite a jugar con cada palo o piedra que se encuentre durante el paseo.

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6 Comentarios

  1. […] – Que realice ejercicio físico: perseguir una pelota, espacio de juego, buscar un juguete…. Estos juegos deben tener siempre normas claras para aprender autocontrol que iremos viendo a medida que vayamos avanzando en el aprendizaje. Ver: Cómo jugar con la pelota […]

  2. Mi perro tiene obsesión por la pelota, juego con él a lanzarla y me la devuelve y suelta a la orden, incluso a veces juego a esconderla y él la busca y vuelve a traermela. El problema viene cuando se acaba el juego, da igual el tiempo que lleve jugando, es incansable pues tiene un año y es un mestizo de razas muy activas, le digo que se acabó el juego y guardo la pelota para que no la vea pero claro, la huele y no para de lloriquear de manera ansiosa para que vuelva a lanzarla otra vez pero él no para de insistir ,no vuelvo a hacerlo para no reforzarse esa ansiedad que me demuestra pero también es incansable insistiendo y no se como corregirlo. Por favor necesito que me ayuden con esto pues cuando me lloriquea me crispa los nervios y no se como actuar. Gracias.

    • Hola Miriam.
      Conocemos ese problema, y no te creas que es fácil de cambiar, aunque siempre hay que intentarlo. Realmente si NUNCA le vuelves a tirar la pelota terminará por extinguirse; Es una ley del aprendizaje que es como las matemáticas. Conducta que no se refuerza se extingue (aunque a veces se refuerzan sin que seamos conscientes de ello, no siempre es tan fácil determinar qué refuerza una conducta). A veces se tarda más de lo que nos imaginamos, pero se terminará por extinguir. Lo que pasa es que a veces en el pasado hemos caído en el error de dársela por cansancio o para que cese el lloriqueo y entonces se convierte en «refuerzo intermitente» que es mucho más difícil de extinguir (se tarda más pero se consigue igual, con perseverancia).

      ¿Qué puedo aconsejarte? En primer lugar, haz señales más claras de cuándo se va a jugar con la pelota: por ejemplo, sólo cuando vas a un parque determinado o a una zona determinada, solo después o antes del paseo, cuando sacas la pelota de la bolsa, etc e intenta ser muy repetitiva con eso y no romper demasiado ese esquema. Los perros tienden a observarnos para intentar detectar repeticiones y patrones que puedan ayudarles a saber qué vamos a hacer (por ejemplo, cuando nos vamos de casa algunos lo saben incluso antes de que te vistas porque han captado un patrón determinado que hace la persona sin darse cuenta como levantarse a lavarse los dientes o cualquier otra cosa insignificante. Para ellos significa, se van de casa y me dejan solo!). Con esto quiero decir que cuanto más claros y controlados sean esos patrones que repetimos más fácil será para ellos entender hoy pelota sí o ahora pelota no.

      En segundo lugar, haría paseos también sin pelota, no siempre con pelota. En unión con el punto anterior, en un parque sí le tiras la pelota y en otro nunca. Tranquila, terminará por entenderlo y en el parque que NUNCA le tiras la pelota no te la pedirá, aunque la huela. Sin refuerzo no hay conducta. Pero el proceso es largo.

      En tercer lugar, aprovecharía esa obsesión por «perseguir» la pelota por buscarla con el olfato, escondiéndosela sin que la vea, dejándola botar en varios sitios (para dejar rastros falsos y demás… ahí ya cuenta el ingenio de cada uno); lo importante es que no la vea y se vea obligado a usar la nariz que les tranquiliza mucho más y genera un ejercicio más estable (evidentemente él preferirá siempre buscarla con los ojos, pero el olfato les viene genial siempre).

      En principio estos serían los cambios que haría.
      Esperamos haberte ayudado!
      YA NOS CONTARÁS!!!!

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